sábado, 18 de junio de 2011

Juan necesita nuestra ayuda

Jueves a la madrugada, 15 minutos luego de haberme dormido, comienza a sonar el timbre de mi casa sin cesar, me dirijo a la ventana y veo a la vecina de enfrente que seguía oprimiendo el pulsador, abro inmediatamente y en forma desesperada me dice "Liber, Juan quiere matar a su madre, anda a buscar un policía a la 14, yo llamo y no me atienden". Tome el teléfono y llamé a la Seccional 15, le indiqué lo que estaba pasando y la dirección, en menos de 5 minutos llegó la primer camioneta de la seccional y dos minutos más tarde la segunda.

Pero quien es Juan, mi vecino de al lado, un joven de 19 años, al que conozco de toda su vida, yo hace 18 años que vivo aquí, pero más aún conozco a Juan su padre, quien solo tiene un par de años más que yo, 42, y que ha trabajado mucho tiempo conmigo, un excelente funcionario, pero más un excelente tipo y vecino.

Esta tarde Juan (papá) vino a pedirme disculpas por el momento de la madrugada del jueves y por lo desacatado que andaba su hijo en mi vereda el jueves a la noche, me dice te quiero contar lo que me está pasando.

Para poder comprender ese momento creo que fundamentalmente hay que ser padre, la vida de Juan han sido sus cuatro hijos, 19,16,14,10. Su esposa hace mucho está muy mal de salud, su corazón le está jugando una mala pasada y el combo de medicamentos otro. Juan su hijo fue educado con sacrificio en un asentamiento, un gurí súper respetuoso, que viene viviendo el bajón de su madre, hace tres meses él quedó sin trabajo en una planta de fabricación de autos chinos, esas plantas que pasan ocupadas por los sindicatos y los hace estar perdiendo jornales constantemente, la clásica viveza de los sindicatos que no entienden que con el rendimiento de los uruguayos las plantas chinas sin duda van a levantar sus cosas para irse a otro lado.

Juan (hijo), hace varios años que lo veo laburar, repartiendo en bici para la almacén, estudiando, hace años que veo su luz de buen gurí, su amabilidad en el saludo, elementos que despuntan en un entorno complejo, no es fácil para un buen gurí vivir en un asentamiento, carga una mochila, estar rodeado de malandras, muchos de su misma edad que entran y salen de la cárcel constantemente, que todo el tiempo comercializan cosas robadas, que el robo es su sistema de vida. Por tanto en realidad el bicho raro es Juan que vive de su trabajo, que se viste bien, que es educado.

Pero vuelvo a la desesperación de Juan (padre), con su voz entrecortada, con dificultad para tragar y todo su cuerpo expresando impotencia, me cuenta que no se había dado cuenta pero que su hijo consumió algo, estaba seguro que no era pasta base, pero creía que había consumido de la blanca (cocaína), que se había desacatado con la madre, tiraba todo, el trataba de controlarlo, pero su hijo mide casi dos metros, de gran tamaño, el me mostraba sus piernas todas lastimadas en el forcejeo, su hijo no le pegaba, pero entre tres hombres, un tío y un vecino no lo podían dominar.

Juan me decía imaginate que solo lo pude controlar cuando le apreté la garganta y se le daban vuelta los ojos, imaginate si mato a mi hijo, tengo que ir a tirarme abajo de un ómnibus a Av. Italia, momento en el que estaba totalmente quebrado y solo sentías que lo podías tomar entre tus brazos y mis ojos eran una sola lágrima, como ahora que estoy escribiendo, porque la impotencia ya es mía también.

Juan llamó al 105 para que viniera una ambulancia de Salud Pública, lo atendieron allí, no lo podían trasladar al Hospital de Clínicas porque no hay lugar, muchas veces estas ambulancias no entran a algunas zonas sin guardia policial. Ahora se estaba moviendo rápidamente para ver como lograr ayuda, Juan su hijo, le prometió que va donde sea necesario, por que doy fe lo que significa su padre para él.

Y créanme que yo no se que hacer, por eso acudo a estas palabras, porque el problema también es mío, porque quiero seguir creyendo en ese Uruguay solidario, pero cada día tenemos a más Juanes con problemas entre nosotros y no me cabe ninguna duda que es mi responsabilidad dar el máximo para extenderle mi mano.

He podido comprobar en estos años la satisfacción que da poder charlar con estos chicos que a veces no la tienen fácil, tal vez porque recuerdo con el corazón a Richard, a Judith, aquellas personas que cuando yo tenía 13 me guiaban en un momento difícil de mi vida y ese simple gesto es parte de lo que soy hoy. He podido generar en estos chicos la confianza, el respeto, que me permite disfrutar el haberlos visto crecer, siendo hoy unos laburantes más.

Nunca pido nada para mi, pero en este caso pido un poquito de vuestra experiencia, para poder colaborar con Juan y guiarlo para que recobre a su hijo, sin duda en este rico intercambio, sensibilizaremos, obtendremos la atención sobre este tema, podremos preparar un mecanismo de contingencia que nos permita atacar con mayor celeridad este problema, un problema que todos tenemos en nuestro barrio, al que no estamos ajenos, porque no nos podemos jactar de buenos padres, nuestro sistema ha colapsado, nuestra educación pública y privada se cae a pedazos, además tenemos un sistema político totalmente inoperante, que no entiende que la política debe estar al servicio de la gente.

Agradezco a todos aquellos que me acompañen a arrojar luz sobre tantos chicos que lo necesitan, sobre tantas familias a las que es nuestro deber dar una mano.

Un abrazo

Liber Trindade el papá de Melissa y Cinthya

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